Este 36 cumpleaños no ha sido como esperaba. Para empezar, con mi príncipe en el hospital no tenía cabeza para pensar en nada más. Mi contrario me reprocha a veces que, aunque lo entiende, estos días se ha sentido invisible...
No era mi intención, de verdad, pero cuando mis soles están pochitos, no tengo cabeza para nada más.
Me siento mayor, que no vieja, y antigua en muchas cosas. No me cambiaría por tener diez años menos, pero veo el tiempo pasar en mí y algunos de sus efectos no me gustan.
La ley de la gravedad se ceba en mi escasísima delantera y el mi generosa retaguardia. Mis piernas, de las que antaño siempre presumía con cortísimas minifaldas, se han llenado de varices, que me duelen la mar.
El sábado, en el hospital me descubrí una cana, y me la arranqué, me acordé tarde del dicho eso de "por cada una que te quites, siete te saldrán".
Mi carácter se va modificando muy lentamente. Poco a poco veo que las cosas no son tan extremas como siempre las he visto, he aprendido a ser un poquito más positiva, con gran esfuerzo por mi parte.
Soy la misma de siempre, pero diferente, me siento bien conmigo misma en más ocasiones de las que solía. Soy feliz de ver a mis hijos, sigo amando a mi marido, cada día un poco más, aunque quizás de diferente manera.
¿Canas en el alma?, quizás alguna, pero gracias a ellas me siento "interesante".
1 comentario:
Bueno, la ley de la gravedad está directamente relacionada con el número de hijos amamantado. Y la retaguardia con las horas de ordenador. ¿Canas? Las mías son incontables. Pero lo importante es lo que pones al final de tu entrada: ser positiva, amar, estar a gusto contigo misma... ¡Es estupendo cumplir años así! Felicidades otra vez, guapetona.
Publicar un comentario