Hola

Quiero daros la bienvenida a todos los que estáis aterrizando en el Reino de la Mermelada por primera vez. Esta es una ventana abierta a través de la que podéis asomaros a lo que es mi día a día. Si llegáis aquí buscando respuestas o información sobre la leucemia infantil, que sepáis que las respuestas están en vosotros mismos, yo sólo puedo compartir las mías. Agarraos fuerte que vienen curvas.

miércoles, 30 de abril de 2014

Quisiera...

Quisiera poder dormir cada día hasta despertar por mi misma. Si soy sincera, nunca me levanto tarde, como tarde, tardísimo a eso de las nueve y no me parece mala hora.
Quisiera desayunar sentada, no me malinterpretéis, no es que las sillas desaparezcan de mi cocina a horas tempranas, es que tomo un yogur mientras se hace el café, de pie.
Quisiera no ir mirando el reloj del coche cada vez que uno de los semáforos que encuentro en mi camino se pone en rojo.
Quisiera no tener que mirar con alivio el paso por el torno de la oficina, siempre antes de las ocho de la mañana, que es mi hora límite de entrada.
Quisiera no correr a la hora de salir, no correr al súper para hacer la compra deprisa, que siempre me olvido algo.
Quisiera que la comida, además de sentada, fuese reposada.
Quisiera que el trayecto al cole a por mis hijos no se convirtiera en un enfado continuo con otros conductores que ni ven ni entienden de rayas que separan carriles, que ni ven ni entienden de velocidades de circulación recomendadas y que ni ven, ni entienden, ni ciertamente tienen por qué
hacerlo, que yo tengo prisa por llegar.
Quisiera que mis hijos entendieran, pero que lo entendieran de verdad, que ya mamá hace un gran esfuerzo, económico y laboral para "pagar" el derecho de ir a buscarles cada día y que no me preguntasen por qué no puedo llevarles al cole también por la mañana.
Quisiera poder sentarme, pero sentarme con la cabeza reposada, a la vez que el pandero y tener tiempo de hacer simplemente "nada".
Quisiera no estar a punto del ataque de nervios continuo.
Quisiera controlar la ansiedad que el tiempo me origina.
Quisiera vivir despacio.
Quisiera..., tener más tiempo de pensar qué es lo que quisiera...

martes, 22 de abril de 2014

Semana Santa de pasión (por mis duendes)

Todo llega y todo pasa (vaya creo que este principio ya lo he utilizado en otros post, me hago mayor...).
Desde el día de Reyes esperando un nuevo descanso y ha durado menos que un pastel en la puerta de un colegio, aunque quizás sería mejor decir que ha durado menos que una fuente de torrijas en mi casa.
Esta ha sido una Semana Santa del todo atípica. No he tenido ni un sólo día adicional a los oficiales, tengo pocos días laborables de vacaciones y los reservo todo lo posible para verano y Navidad. Además he estado de madre soltera desde el miércoles pasado por la mañana (de hecho aún sigo ejerciendo de papá y mamá), mi contrario está de viaje de negocios "ineludible" (entre esas comillas hay mucha mala leche por mi parte), pero las cosas son como son y yo no puedo cambiarlas.
El bendito viaje estaba previsto desde hace meses, así que tuve tiempo de planificar y pensar. No tenía muy claro qué hacer, desde siempre, estos días solemos pasarlos en la playa, bien en levante con los santos padres (los míos) bien en la Costa Brava con la otra familia. Claro que no es lo mismo ir los cinco que pensar en chuparme yo el atasco el miércoles por la tarde para volver a soportarlo de vuelta el domingo. Miré billetes de tren, pero entre los días que eran y que luego tenía que alquilar un coche me salía por la torta, así que nada, plan urbano a tope.
Pregunté a los chicos qué querían hacer y para una vez que se ponen de acuerdo sin discutir no voy a ser yo la que ponga la nota discordante: querían ir al parque de atracciones y al zoo, así que pensé que por comodidad lo mejor era sacar el Bonoparques, que vale para Zoo, Faunia y Parque de atracciones. No es barato pero en cuanto vas cuatro veces lo has amortizado.
Lo saqué por internet el martes por la tarde y según llegué de trabajar el miércoles los chicos ya estaban preparados para ir a recogerlo y estrenarlo.
A las 4:30 de la tarde entrabamos al parque de atracciones para salir a las 9. El jueves el plan era comer allí. Llevamos la merienda y todo y a eso de las 12 de la mañana ya estábamos atascados en los túneles de la M-30, ¡qué mogollón de gente!. Pasamos un día estupendo, montamos hasta en las montañas rusas de agua.
El viernes dormimos un poquito más. Pensamos en comer en casa y luego ir al Zoo por la tarde y así lo hicimos, a las 4 estábamos en la puerta y ahí llegó la decepción. Aunque tengas Bonoparques, el jueves, viernes y sábado santo se paga un suplemento de 11 euros por persona en Zoo y Faunia, nunca se me hubiera ocurrido. No nos merecía la pena pagar para estar un par de horas, así que volvimos al parque de atracciones por tercer día consecutivo.
El sábado madrugamos para llegar al Zoo a las 10:15 y pasar el día allí. Nos quedamos hasta más de las 6. Lo han arreglado mucho y está genial.
Volvimos a casa con tiempo para hacer torrijas y terminar de arruinar el descontrol de comidas de estos días.
El domingo tuvimos un día casero, hasta la tarde que mi Hada tenía una merienda en casa de una amiga, la llevamos a las 5 y la recogimos a las 9.
Han sido unos días estupendos en los que me he dado cuenta de lo grandes que están mis hijos, de que ya son mucho más responsables y que son encantadores, ya, ya sé que parece pasión de madre y seguramente en buena parte lo es, pero os aseguro que se salen.
El lunes volví a la oficina, cansada y contenta y ellos hoy han sido (por lo visto) la envidia de los amigos con tanto parque de atracciones.
Ahora tengo que planificar algo para la familia al completo, el puente de San Isidro parece la mejor fecha, al ser sólo fiesta en Madrid capital el trasiego de gente es menor. A ver si me pongo a ello...

miércoles, 9 de abril de 2014

Sangre de horchata

Me viene a la cabeza esa canción de Presuntos Implicados que decía aquello de “ay, como hemos cambiado…”.
Yo que me vanagloriaba de no haber cambiado un ápice en toda mi vida, es más, porfiaba de no haber conocido a nadie que hubiera cambiado.
¡Zas!, sopapo en todos los morros, por idiota.
¡Claro que la gente cambia, claro que cambiamos y por lo general, a peor!
Yo he cambiado mucho, en especial en estos últimos cinco años. En principio creía que sería una adaptación temporal por las circunstancias que me estaba tocando vivir, ahora veo que no, que ese cambio de actitud, sobre todo, se mantiene a lo largo del tiempo.
Me he vuelto mucho más insensible al dolor ajeno, parece un contrasentido, pero es así como lo siento. Supongo que no hago más que mirarme al ombligo y eso no es bueno, pero de momento va a seguir siendo así.
Por supuesto que he contado con muchísima ayuda, pero ayuda de quien ya me la daba antes, de quien sabía que podía contar incondicionalmente con ellos, los demás, si, bueno, han sido amables… sin más. También he conocido a gente a la que me siento muy cercana en vivencias, por desgracia, ojalá nadie tuviera que pasar por esto.
Ya no le doy vueltas al asunto, por suerte con mis dos manitas, las de mi contrario y las de la gente a la que le importo de veras sigo adelante, eso es lo que cuenta.
A esa “insensibilidad” ha habido que acompañarla con un cambio de actitud, me he vuelto muy cerrada para mis relaciones, hoy por hoy no tengo que hacer ningún esfuerzo para que la mayoría de las cosas me importen un bledo, es así, supongo que a fuerza de priorizar mi cabeza ha aprendido a hacerlo por sí misma. Esto es un descanso os lo aseguro, ya no me siento culpable por no ayudar a todo el mundo, por no estar pendiente hasta del más mínimo detalle de los demás por intentar serles útiles y estoy contenta por ello.

Pero me falta la segunda parte, he aprendido a “pasar de todo y de todos” pero no he aprendido a disimularlo, eso creo que me va a costar más, yo sólo tengo una cara, la que se ve, no tengo dobleces, de momento, que ya digo que estoy dispuesta a cambiar.
Tengo que conseguir “hacer como que” las chorradas que me toca que oír me importan. Las tonterías de aquellos que me cuentan “lo pobrecitos que son porque les duele una muela”, o “la penita que dan sus niños por esas heridas terribles en las rodillas”. Y lo mejor es que mucha de esa gente que me cuenta semejantes desgracias jamás me pregunta por mi Sol, y en pleno tratamiento sólo me decían  “esto está chupao, no ves lo bien que está”.
Vuelvo a mirarme el ombligo y, ¡coño, me encanta mi ombligo!, cuando aprenda a poner mi mejor sonrisa ante las chorradas ajenas seré una mujer completa.
Otro problema con el que aún estoy bregando es con este carácter mío. Por decirlo que se entienda soy de las que “se dispara”, hace falta tocarme mucho, pero muchísimo las narices para que te de una mala contestación, te suelte un grito o un improperio, pero, ay amigo, una vez que lo has conseguido (cabrearme de verdad) ya no hay marcha atrás y eso no puede ser.
La educación es muy importante y en determinadas circunstancias el 95% de esa educación es cinismo (no siempre, por favor, no me saltéis a la yugular todavía). Lo que quiero decir es que en ocasiones es mucho más efectivo y hace más daño decirle a alguien en tono pausado que “deje de adueñarse de objetos que no le pertenecen o que se está equivocando repetidamente en una opinión, que quizás se deba a que es mayor y la cabeza no le rige bien , quizás tanta bebida no le hace bien, o que está muy cansado y no puede razonar correctamente” que gritar “deja de decir gilipolleces que lo que estás haciendo es robar”, por poner un ejemplo.

Es eso a lo que  me refiero con sangre se horchata, eso es lo que yo quiero, que mi carácter se esconda detrás de una supuesta educación que no tengo, no quiero alterarme por nada, o al menos no quiero parecer alterada porque si os dais cuenta, tener razón o no, en el mundo de apariencias en el que nos movemos no importa, lo que importa es la manera en que las cosas se dicen.

¡Dientes, dientes! que diría una conocida folclórica, eso es lo que yo quiero.

sábado, 5 de abril de 2014

Esqueixada de bacalao

Llega la Semana Santa, las vacaciones, el conejito de pascua, los potajes y las torrijas.
Eso en Madrid, en otros sitios llegan los buñuelos y otros platos típicos.
Quizás por aquello de que hace muchos años que paso parte de mis vacaciones en la Costa Brava se me han pegado algunos de los platos que allí se toman, entre ellos está la esqueixada de bacalao, que no puede ser más fácil de hacer y más rica.


Ingredientes (como para 2 personas):
  • 400 gramos de bacalao, yo lo compro salado y lo dejo a remojo 24 horas (me gustan las cosas sabrosas quizás vosotros deberíais dejarlo un poco más)
  • Una cebolla grande, a veces la pongo de las moradas, me da igual, la que tenga por casa está bien.
  • un pimiento rojo
  • un pimiento verde, yo lo pongo de los italianos, los alargados.
  • Tomates, yo uso raft, me gustan mucho.
  • Aceitunas negras.
Preparación:
Aquí tenéis dos opciones, o lo partís todo en rodajas enteras, la cebolla, los pimientos y los tomates y lo vais poniendo por capas con el bacalao desmigado encima y las aceitunas, que queda muy de diseño pero harto incómodo tanto como para aliñar como para servir, o...
Lo partís todo en trozos pequeños y desmigáis el bacalao, todo bien mezclado.
Yo lo dejo en un recipiente que pueda tapar, dependiendo de lo salado que esté el bacalao evito añadir más sal, pero lo que si hago es poner un chorreón de aceite y dejarlo todo junto unas horas para que coja sabor.
Pues eso, que a mí me encanta, a mi y a mi contrario, los duendes es ver tanto trocito de verdura cruda y echar a correr.