Hola

Quiero daros la bienvenida a todos los que estáis aterrizando en el Reino de la Mermelada por primera vez. Esta es una ventana abierta a través de la que podéis asomaros a lo que es mi día a día. Si llegáis aquí buscando respuestas o información sobre la leucemia infantil, que sepáis que las respuestas están en vosotros mismos, yo sólo puedo compartir las mías. Agarraos fuerte que vienen curvas.

martes, 5 de mayo de 2009

Amarraditos

Él, bueno, ellos eran el fiel reflejo de esa canción, "no se estila, ya se que no se estila...", pero ellos eran así, "un señor de aquellos que vieron mis abuelos".
Esos eran mis abuelos políticos, todo lo contrario físicamente a mis abuelos reales, ellos eran altísimos y delgados, nada que ver con la imagen de "abuelo" que a todos se nos viene a la mente.
No quiero contar de ella hoy, ella merecería un blog en exclusiva, quiero contar de él.
Dicen, cuentan, que fue un tipo listo, trabajador, creativo, un zorro, en el mejor sentido. Fue un tipo muy importante, cuando se fue, su obituario llenó páginas completas en los principales periódicos, pero eso ¿a quién le importa?.
Lo que de verdad cuenta es lo que hizo, por, para y con su familia.
Su cumpleaños (hoy hubiera cumplido 99) era la celebración del año, preparaba unas fiestas increibles, con comida, cena, baile, de todo, con tal de ver a su familia disfrutar.
Era extremadamente generoso, consigo mismo y con cuantos le rodeábamos. Como buen tauro era presumido y cabezón (tenaz, sería la palabra educada) y a mí me gustaba, y yo le gustaba a él, nos caíamos bien.
Me está quedando una entrada feísima, pero da igual, lo que quiero es no olvidar que si él no se hubiera ido hace 5 años, a estas horas, probablemente seguiríamos de fiesta.
Y dejo la letra de la canción, porque sí, porque me recuerda a él, a su tiempo que ya se fue y que nunca volverá.
Felicidades abuelo

Vamos amarraditos los dos,
espumas y terciopelo;
tu con un recrujir de almidón
y yo serio y altanero;
la gente nos mira
con envidia por la calle,
murmuran las vecinas,
los amigos y el alcalde.
Dicen que no se estila ya más
ni tu peinetón ni mi pasador;
dicen que no se estila ya más
ni tu medallón ni mi cinturón...
Yo se que se estilan tus ojazos
y mi orgullo cuando vas de mi brazo
por el sol y sin apuro.
Nos espera nuestro cochero
frente a la iglesia mayor,
y a trotecito lento recorremos el paseo.
Yo saludo tocando el ala
de mi sombrero mejor,
y tu agitas con donaire tu pañuelo.
No se estila, ya se que no se estila,
que me pongas, para cenar,
jazmines en el ojal...
Desde luego, parece juego,
pero no hay nada mejor
que ser un señor
de aquellos que vieron mis abuelos



¡Qué joven estabas entonces!

2 comentarios:

Charo dijo...

Pues a mí me parece que te ha quedado una entrada preciosa.
Me siento muy identificada con ella, porque no hay ni un solo día en que no me acuerde de mi abuelo. Gracias.

Lamardestrellas dijo...

¡Cómo me gusta leerte cuando dedicas una entrada a "los abuelos viejitos"! Contigo, ellos nunca se van, siguen aquí, y parece que los hubiéramos conocido y querido. Besos desde el sofá (ya os contaré).