Hola

Quiero daros la bienvenida a todos los que estáis aterrizando en el Reino de la Mermelada por primera vez. Esta es una ventana abierta a través de la que podéis asomaros a lo que es mi día a día. Si llegáis aquí buscando respuestas o información sobre la leucemia infantil, que sepáis que las respuestas están en vosotros mismos, yo sólo puedo compartir las mías. Agarraos fuerte que vienen curvas.

martes, 17 de noviembre de 2015

Cuando algo que fue tuyo ya no lo es

Cuando algo que fue tuyo ya no lo es, hay una parte grande de tus recuerdos que dejan de "pertenecerte", no puedes más que revivirlos en tu cabeza, sabiendo que ni siquiera puedes volver a ese lugar.
Quizás ese lugar ya ni existe.
No, ya no existe, porque el tiempo que fue no volverá, porque las personas que ocuparon esos tiempos y espacios sólo viven en tu recuerdo y porque ni siquiera puedes físicamente ver lo que era, como era.
Han ido al pueblo, mis padres, mi tía, han ido al pueblo. La casa de mis abuelos es ahora de mi otro tío, alguien con quien yo no tengo ninguna relación y mi madre y mi tía a duras penas.
Una lástima.
Porque es un buen tipo, engañado y manipulado por quienes sólo deberían preocuparse de quererlo y cuidarlo.
Las cosas cambian, las personas cambian, lo que nunca debería cambiar es el respeto entre iguales que se mantiene de forma ficticia cuando los mayores están y que se desmorona en cuanto se van.
Y ya no es su casa, no pueden entrar, "cuentan" que no es como era, que en un año la han tirado abajo y cambiado por completo y yo me pregunto qué coño pinta un "chalete" de diseño en mitad de un patio de vecinos de un pueblo de La Mancha.
Os echo tanto de menos, abuelos...

2 comentarios:

Sara M. dijo...

Ay, te entiendo, pero desde la perspectiva de niña. Cuando tenía 11 años, nos mudamos, pero el edificio donde estaba nuestra casa seguía siendo "nuestro". Podía ir, relativamente, cuando quería, aunque las cosas no fueran lo mismo. Pero con 19 años, el edificio cambio de manos, y unos meses más tarde el piso fue completamente derribado, y en su lugar hicieron oficinas. Me llenaba de tristeza pensar que no podía visitar mi primera infancia :(. Más tarde, la que fue mi segunda casa, también fue transformada por completo por alguien de la familia que ocupó nuestro lugar. Era MI casa. Ahora, me da una pena enorme no poder enseñarles a mis hijos el sitio donde su madre jugaba, se escapaba para no comer, se escondía para fumar... En fin, ley de vida.

MATT dijo...

Qué penita Lou. Un beso