Hola

Quiero daros la bienvenida a todos los que estáis aterrizando en el Reino de la Mermelada por primera vez. Esta es una ventana abierta a través de la que podéis asomaros a lo que es mi día a día. Si llegáis aquí buscando respuestas o información sobre la leucemia infantil, que sepáis que las respuestas están en vosotros mismos, yo sólo puedo compartir las mías. Agarraos fuerte que vienen curvas.

lunes, 1 de agosto de 2011

Su último verano independiente.

En estos días se cumplen ocho años de la boda de mi amiga Milagros. Mila se casó en el pueblo, su pueblo, el de mi madre, el de mis abuelos, “mi” pueblo.
No sé si seréis capaces de llegar a imaginar el calor que hacía hace ocho años, en estos primeros días de agosto en los pedregales de los Montes de Toledo, yo, por suerte, no lo imagino, lo vivo, lo he vivido muchos años.
En esos días mi barriga era ya más que considerable, estaba embarazada de seis meses de mi hada y aunque siempre he presumido de tener unos embarazos fantásticos, los pies, los tobillos se me hinchan como si fueran los del muñeco de Michelín.
Era sábado, mi contrario y yo fuimos a comer allí con mis abuelos, esa sería la última vez que comimos con ellos en el pueblo, pero yo no lo sabía. Después de comer nos pusimos guapos y a eso de las cinco y media salimos a la puerta de la casa, allí con las vecinas, a esperar.
Quizás a alguno le suene la tradición que existe en algunos pueblos, el novio, va a buscar a la novia, a la puerta de su casa, con sus padres y van andando a la iglesia, ellos del brazo, detrás los padrinos, los cónyuges de los padrinos y detrás, el acompañamiento, eso es, invitados a la boda que se unen durante el camino de la iglesia a la comitiva.
La boda, bonita, el convite, excesivo, el baile demasiado para mis pies.
No nos quedamos a dormir con mis abuelos, volvimos a casa tardísimo por la noche.
Sólo dos días más tarde, mientras esperaba su turno en la consulta del médico, mi abuelo se cayó y se le rompió la cadera (o se le rompió la cadera y se cayó, eso nunca se sabe). Mi tita corrió hasta Toledo para venir con él en la ambulancia, estuvo con él toda la tarde esperando que le asignaran habitación y ya de madrugada la relevé yo, mientras mi madre llegaba de la playa.
Estuvo un mes ingresado, pero salió todo chulo, andando apoyado en su bastón, pues menudo era mi abuelo.
El caso es que después de aquello nunca más volvieron solos al pueblo, siempre iban con mis padres o con mis tíos, aquel fue su último verano de independencia.
Por cierto, a mi abuela no le gustaba el bolso que elegí para la boda.

4 comentarios:

Chus dijo...

Que importantes son los abuelos! Y en algunos casos que poca importancia se les da. En alguna ocasión os contaré mi experiencia de abuela.
Espero que todo marche mejor para tu sol.
Besos desde la peluquería.

Lou Perea dijo...

¡Claro, como ahora eres "más" famosa tienes que estar peinada. Me llenó de orgullo ver el nombre de tu blog en el artículo de El País de ayer, enhorabuena.
Besos

Lou

Anónimo dijo...

Jajaja Lou, ese pelo trigueño que tiene nuestra Chus hay que cuidarlo mucho.
A mí tb me gusto el artículo y me sorprendió gratamente con la seriedad que lo trataron, espero que una de las protagonistas nos cuente más detalles de su fama bloguera;)
Yo quiero ser abuela, pero creo que a este paso me quedaré con las ganas. Mis abuelos tb fueron muy importantes en mi vida.
Abrazo apretao!

Creciendo con Carlota dijo...

Ahora que estoy embarazada me acuerdo mucho de mis abuelos, siempre tan sacrificados y dándolo todo por nosotros. Mi abuelo se fue hace un año y medio y a veces cuando vuelvo de trabajar, hago el amago de sacar el móvil para llamarlo como cada noche....