Hola

Quiero daros la bienvenida a todos los que estáis aterrizando en el Reino de la Mermelada por primera vez. Esta es una ventana abierta a través de la que podéis asomaros a lo que es mi día a día. Si llegáis aquí buscando respuestas o información sobre la leucemia infantil, que sepáis que las respuestas están en vosotros mismos, yo sólo puedo compartir las mías. Agarraos fuerte que vienen curvas.

martes, 25 de marzo de 2008

Una dola, tela catola...

kila kilete, estaba la reina en su gabinete...
A ella le gustaba esa canción, pupongo que porque le recordaba su infancia, una infancia corta, como ella decía, a los 16 se puso sus primeros tacones y fue al baile y aunque su madre, doña Joaquina, opinaba que era demasiado joven pasa eso, ella se aferró a la idea de crecer.

Poco más había crecido cuando empezó la guerra, y a ella le tocó del otro lado. A su padre le hicieron desaparecer y a su madre le dio un infarto del disgusto, así que allí se quedó ella, de cabeza de familia a los 17. Pero no voy a contar de la guerra, eso, no es bonito.

Contaré que ella nació en el castizo número 1 del paseo de la Castellana, aún existe el palacete, ahora es no se qué ministerio, antes, en aquellos tiempos de 1918 era la casa de alguna marquesa, duquesa o similar. Ella era la hija de la cocinera, pero se educó con la exquisited de los habitantes y dueños de esa casa, que siempre la trataron como una igual, tanto así que al final de la guerra la ayudaron, a ella y a sus hermanos a comprar una casa y salir adelante.

Mi abuela tenía los ojos azules y el pelo rubio platino y la nariz grande de las personas con caracter. Mi Pepa, que así se llamaba era mi madrina de bautizo, junto con mi abuelo Sergio, que sigue consumiendose poco a poco y la recuerdo con todo mi cariño. Siempre me consintió todo, supongo que porque fui la hija que ella no tuvo...
No se por qué ahora cuento de ella, quizás porque es buena idea empezar por el principio, y lo que somos se lo debemos al trabajo de los que fueron antes que nosotros, ellos.
En fin Pepa, que allí donde estés sopongo que estarás jugando a Dola.
Besos de tu nieta preferida (al fin y al cabo, no tenías otra).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me entusiasma... es como leer una novela en la que empatizas con cada situación contada. Besos princesa y bienvenida a casa.

Lamardestrellas dijo...

¡Hala! Qué interesante... Parece el principio de una novela ¿por qué no sigues? Besotes