Hola

Quiero daros la bienvenida a todos los que estáis aterrizando en el Reino de la Mermelada por primera vez. Esta es una ventana abierta a través de la que podéis asomaros a lo que es mi día a día. Si llegáis aquí buscando respuestas o información sobre la leucemia infantil, que sepáis que las respuestas están en vosotros mismos, yo sólo puedo compartir las mías. Agarraos fuerte que vienen curvas.

domingo, 19 de abril de 2009

Cinco años

Eran las 9 de la noche cuando me llamó por primera vez. Inés dormía después de su baño y su bibe.
Me pedía que llamase a la ambulancia de Sanitas, él no podía respirar y ella no quería separarse de su lado.
Como pude intenté explicarle a la telefonista mi urgencia: mi suegro se moría, no podía respirar, ella me preguntaba y yo no podía darle detalles, él estaba en su casa, en su cama y yo en la mía, cerca, pero no podía verle. Intentaba explicarle la urgencia de que una ambulancia con oxígeno llegase cuanto antes.
Mientras ella volvía a llamar, esta vez por el móvil, mantenía la calma, supongo que con grandes esfuerzos, pero el tiempo era vital.
Colgué a la telefonista con la promesa de que una ambulancia iba a casa de mis suegros.
Llamé al 112, les expliqué la situación, un médico se empeñaba en explicarme cómo hacer una respiración artificial, por más que le repetía que yo no estaba con él no parecía oirme.
Le grité que me escuchara, que necesitaba una ambulancia con oxigeno ya. Supongo que por costumbre me dijo que eso tenía que prescribirlo un médico, que él sólo podía enviar una ambulancia normal.
Pero la situación no era normal, él se ahogaba. El cáncer de pulmón le estaba ganando la última batalla.
Llamó mi marido, llegaba a casa de sus padres a la vez que la ambulancia de Sanitas. Mi cuñado subió con su padre a la ambulancia y mi marido y su madre corrían detrás con el alma en un puño.
Murió en brazos de mi cuñado, de camino al hospital. Mi marido me llamó llorando, él se había ido. Colgué.
Entonces volvió a sonar mi teléfono, la ambulancia que mandaba el 112 estaba a las puertas de su casa y nadia abría la puerta, yo sólo acerté a decir, ya no hace falta, mi suegro se ha muerto camino del hospital.
De eso hace hoy cinco años.

2 comentarios:

Emilita dijo...

La muerte simpre tan trágica...Todavía no entiendo por qué no nos preparan para ello desde que nacemos. Lo siento.Son experiencias que no se pueden olvidar jamás. Dios le bendiga allí donde esté.

Lamardestrellas dijo...

Lou, como sueles, me dejas sin palabras... Me apropio las tuyas, siempre tan acertadas, porque "el alma en un puño" nunca me pareció tener tanto sentido como ahora...