Hola

Quiero daros la bienvenida a todos los que estáis aterrizando en el Reino de la Mermelada por primera vez. Esta es una ventana abierta a través de la que podéis asomaros a lo que es mi día a día. Si llegáis aquí buscando respuestas o información sobre la leucemia infantil, que sepáis que las respuestas están en vosotros mismos, yo sólo puedo compartir las mías. Agarraos fuerte que vienen curvas.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

El Bosque encantado

Yo vivo pegada a un bosque, un bosque que ya estaba allí para recibirme cuando nací, el bosque en el que mi madre empujaba mi carrito desde el que yo miraba sorprendida las copas de los árboles.
En ese bosque hay grandes pinos, antes, hace años, había merenderos. Los recuerdos de mis cumpleaños infantiles están para siempre ligados a las mesas metálicas de esos merenderos donde llevábamos los bocadillos y donde comprábamos las bebidas. Los niños corríamos en las veredas, cerca del merendero, sin peligro de coches. La cuestas de verde césped rústico eran en lugar perfecto para carreras en las que rodábamos sin parar cuesta abajo. Allí, abajo, estaba la fuente, esa que calmaba nuestra sed..., de barro, en la que nos poníamos perdidos, mientras a lo lejos los papás nos miraban tranquilos sabiendo que estábamos disfrutando y que las rodillas de nuestros pantalones no volverían a ser nunca de su color original.
Los merenderos desaparecieron y aquello fue "un poco más bosque". Había una carretera serpenteante que partía el bosque en dos, el año que nació ni hada la cerraron definitivamente. Y mi Hada aprendió a andar en los verdes prados de ese bosque que tantas veces había recorrido antes en su carrito, desde donde miraba las copas de los pinos y, con suerte, veía alguna de las muchas ardillas que lo pueblan.
En verano los verdes prados se secan adquiriendo un color pajizo que deja de nuevo paso al verde tras las primeras lluvias otoñales.
Es un bosque habitado, a cualquier hora del día encuentras gente disfrutando de las veredas y paseos o haciendo deporte en una pista habilitada para correr, en esa pista corro yo (cuando mis obligaciones me dejan).
Ese bosque siempre ha formado parte de mi vida sin que, por aquello de lo cotidiano, deje de sorprenderme y encantarme cada día.
Hoy, salía tarde a recoger a mi Sol de su clase de baloncesto y la niebla empezaba a bajar, no pude dejar de admirarme una vez más del escenario de cuento en el que vivo, paré y saqué una foto, esta....
En estos días de vacaciones, estoy segura de que, una vez más el bosque encantado entrará a formar parte de nuestros paseos, espero que se así por siempre y que mi hija tenga la oportunidad de mostrar a sus nietos el recodo verde de la antigua carretera en el que ella dio sus primeros pasos.

2 comentarios:

laura dijo...

La dehesa de la villa!!! Inconfundible para la gente que ha vivido en el barrio

Anónimo dijo...

Siiiiii, vaya, si resulta que vamos a ser vecinas...
Lou