Me temo que esta va a ser una carta poco convencional, ¿qué
queríais?, así soy yo.
¿Qué tal os ha ido el año?, ¿no me digáis que os han hecho
contrato de “fijos discontinuos”?. Ya no respetan a nadie, pero ese es otro
tema.
Os cuento, así, en voz muy bajita, que apenas se me oiga,
que este que acaba ha sido un buen año, con luces y sombras, como todos, pero
feliz y me da miedo decirlo, yo y mis taras mentales (mi loquiatra dice que no
son graves).
Toda mi vida gira alrededor de mi familia y eso es un lujo,
yo lo elegí y lo elijo cada día.
He cambiado de actividad laboral. Mis pasos están ahora en
el mercado inmobiliario, me fascina, tanto, que creo que he conseguido eso de
intentar vivir de lo que me gusta”. Voy muy despacio y no tengo prisa, “qui va
piano, va lontano”. Eso no significa que no me gustaría tener ingresos, pero ya
llegarán.
Acabé mi formación oficial y ahora estoy con mis prácticas
laborales. Por medio se cruzó el homestaging y voy disfrutando el camino.
Como os decía, este ha sido un año con más luces que sombras
y, si lo pienso bien, casi todas las sombras relacionadas con la salud.
¡Qué importante es la salud!
Como os conté, la operación de mi Sol y su recuperación ha
sido muy, muy duras. Hace sólo quince días que tuvo permiso médico para volver
a jugar al baloncesto, es feliz y yo también, aunque no me atrevo a ir a verle…
(otra tara).
El santo padre, el mío sigue adelante con su vida, la vida
de alguien de 80 años que ve sus facultades mermadas por la edad, pero que ha sobrevivido
a una operación complicada y puede seguir disfrutando de su familia. Mi madre
también tiene sus achaques, muchos, disfruto de ambos
cada día.
En febrero dejé de estar oficialmente loca. No fue fácil
después de casi 14 años de medicación continua. Estoy orgullosa de mí misma, cada
día es un reto para mi cabeza.
¿Habéis llegado hasta aquí?, gracias, esto era lo
importante, pero uno no escribe la carta a los Reyes si no es para pedir algo.
Quedaría muy bien pedir la paz mundial, pero sé que no es
posible, sólo me gustaría pedir que los que tienen que poner fin a todo este
despropósito de Ucrania se sienten a negociar, es mejor un mal acuerdo que una
guerra sin fin.
Quiero seguir disfrutando de mis padres, quiero tener la
paciencia que a veces me flaquea cuando creo que no me entienden y soy yo la
que no entiendo que para ellos la urgencia es más importante que para mi.
Quiero seguir remando en la misma barca que mi contrario,
vale que a veces le daría con un remo en la cabeza, pero así somos y así
llevamos siendo más de 30 años juntos.
Quiero que mis hijos sean felices y tengan salud, ¿en ese
orden?, es difícil saber, sin salud no se puede vivir, pero saludable e infeliz
tampoco.
Quiero que a mi Sol le vaya muy bien en este último curso de
bachillerato y en su elección de universidad, pero sé que haga lo que haga le
irá bien, y me gustaría que él lo tuviera tan claro como yo.
Mi Hada vive su vida lejos de mí, cuento los días para que
vuelva a casa por Navidad, para ella sólo te pido que siga su camino en la vida,
que sea feliz, si es cerca mejor, pero yo siempre estaré cerca para ella.
Para mi Garbanzo más que pediros cosas que le traigáis os
voy a pedir que os llevéis algunas cosas. Si de su timidez os lleváis el 90%
aún le quedaría mucha, muchísima, un poquito de su “pavo” también os podéis
llevar. Es difícil ser el tercer hermano después de dos que han puesto el
listón tan alto, pero lo supera con nota. Es maravilloso, tiene un humor
socarrón inigualable y un poquito de mala leche que no va venirle mal en esta
vida.
Y para mí, pues ya os he pedido, que los míos estén bien y
ya.
Bueno, si de paso al juez que le toque resolver mi demanda
por mi antiguo empleo le traéis un poquito de sentido común no me vendría mal.
Seguro que se me ocurrirán más cosas que pediros, así que me
guardo el derecho de postdata para más delante.
Pido mucho, lo sé. Podéis olvidaros de todo menos de la
salud, salud para todos, brindo por ello.
¡Salud!