Hola

Quiero daros la bienvenida a todos los que estáis aterrizando en el Reino de la Mermelada por primera vez. Esta es una ventana abierta a través de la que podéis asomaros a lo que es mi día a día. Si llegáis aquí buscando respuestas o información sobre la leucemia infantil, que sepáis que las respuestas están en vosotros mismos, yo sólo puedo compartir las mías. Agarraos fuerte que vienen curvas.

domingo, 17 de enero de 2021

Navidades de Covid 2020




 No, no, no os preocupéis, en casa estamos todos bien, pero esta ha sido una Navidad muy distinta y no para bien.

Yo soy de las que piensa que la Navidad es una época para disfrutar en familia, entendiendo por familia a aquellos más cercanos a mi, mis hijos, contrario, mis padres, la otra abuela de mis hijos, hermanos y sobrinos y amigos que son más que amigos.

Ea, pues no, no se puede. Que lo entiendo y lo comparto, que esto está muy feo y lo último que quiero es que nadie se contagie por mi culpa. Aún así, el espíritu navideño me invade. Desde primeros de Diciembre lo adorné todo. Este año he incluído en mi decoración velas aromáticas con olor a jengibre y canela, que me chiflan, el resto de mi familia las aborrece...

Os podéis imaginar que no hemos salido de casa, eso no me importa, lo que me dio rabia fue recortar los comensales y eso que tengo que confesar que incumplimos la norma

En Nochebuena vivieron a cenar mis padres, como siempre. Éramos siete, pero claro, no era cuestión de dejar a uno fuera. Mi hermano cenaba con sus suegros y la opción era que se quedasen solos. Ni hablar, así que les dije que vinieran abrigados y cenamos con la ventana entornada.

Fin de año me dio mucha rabia. Siempre vienen mis padres y la otra abuela de mis hijos, pero ya éramos ocho y de tres grupos distintos, con personas de más de 75 años me pareció una irresponsabilidad. Mi hemano pudo venir esa noche y fue la otra abuela de mis hijos la que vino a cenar, también con todo ventilado.

No fui demasiado original con el menú. En Nochebuena, además de los aperitivos hice sopa de pescado y muslos de pularda rellenos. De postre, compota de navidad y friffles que hizo mi Hada.

En Nochevieja, además de los aperitivos, el menú se compuso de sopa de cebolla y patatas a la importancia. De postre hice tronco de Navidad, como siempre, pero este año, sólo uno, para qué más.

Si os soy sincera, lo que más, más, más pena me ha dado es no poder hacer mi tradicional merienda de chocolate con roscón, creo que es la primera vez en mi vida que no lo hago, bien en casa de mi abuela cuando era niña, bien en mi casa cuando heredé el honor de poder organizarlo. Me queda esa espinita.

Y poco más, este año, como la cosa ha sido tan mala, mi vela por los que faltan fue más grande y también con ello pude ser consciente de lo afortunada que soy.

Tengo miedo con esto del Covid, por mis padres sobre todo, intento hacer una vida lo más normal posible pero eso, con la que está cayendo, es difícil.

jueves, 14 de enero de 2021

Finalizando un año muy distinto

 Podría decir que no encuentro tiempo para escribir, pero lo cierto es que me cuesta encontrar la fuerza y la motivación.

Se acabó 2020, se acabó un año que, en su inicio, creo que nadie podía imaginar en qué iba a derivar. Tengo que deciros que, con altibajos, no fue un mal año para mí. Teletrabajar desde casa, pasar tiempo con mi familia y poner remedio a mi kilos de más ha ayudado bastante a mi cabeza. ¡Menos mal!

Digo eso porque las cosas en el trabajo volvieron a ponerse feas a finales de Julio. Sin ton ni son, un día me "indicaron" que mi puesto de trabajo cambiaba y que ese cambio traía consigo un maravilloso cambio de horario, con jornada partida y salida a las siete de la tarde.

Supongo que si hubiera tenido 20 años y ganas de progresar me hubiera callado, agachado la cabeza y dicho que sí, pero no es el caso. Resulta ser que para poder llevar a cabo esa "modificación sustancial de mi contrato de trabajo" debe ser con mi consentimiento firmado. Pues va a ser que no.

Empezaron con amenazas (el abogado que me busqué dice que un juez conservador podría decir que son meras advertencias...). Me mantuve firme, les dije que si me querían cambiar de oficina, siempre que cumplieran con las condiciones de mi contrato, no tenía nada que decir, pero que más allá de eso no estaba dispuesta a nada más.

Antes de las vacaciones esas amenazas fueron insistentes pero siempre de manera telefónica para no dejar nada escrito.

Me fui con mal cuerpo de vacaciones, volví y, como si nada, ni palabra. Bueno, pues justo al día siguiente de mi entrada anterior recibí por correo electrónico la "recomendación" por escrito diciendome que tenía que elegir entre 4 destinos. El más cercano a 65 km de Madrid y el más lejano a 185 km...

¿Os imaginais el ataque de ansiedad?, malo tener que hacer 130 km a diario, pero casi 400 es implanteable. Eso me suponía un cambio de lugar de residencia.

Por supuesto me insistieron en que contestara de manera inmediata, no más tarde de 11 de Septiembre.

El abogado me dijo que contestara, pero especificando claramente que cualquiera de esas opciones suponía un incumplimiento de mi contrato de trabajo y, preferiblemente, sin elegir, no fuera a ser que "consideraran" que era una aceptación.

Claro, eso tiene doble filo, si te decantas por 65 km es asumible, pero más...El caso es que si no decides ellos pueden hacerlo por tí, aunque sea ilegal y si te niegas a incorporarte a tu puesto de trabajo te despiden por incomparecencia. Es decir, te vas a tomar por culo de tu casa y desde allí les pones una demanda. Eso sí, mientras sale la demanda, que puede tardar hasta un año te quedas allí "living la vida loca", sin hijos, sin marido, planazo total.

Me dieron baja médica por ansiedad.

Y pasaban los días y ninguna noticia. De pronto me llama una chica que conozco y me dice "tía, tía, tía, que te vienes a mi oficina"..., esa fue toda la comunicación oficial que tuve.

Le pedí a ella, a su superior, a personal, a todo el mundo que me lo confirmaran por escrito y la respuesta fue la callada más absoluta.

A través de algún compañero me enteré que en el organigrama me habían cambiado de ubicación. A falta de otra cosa, eso puede considerarse "oficial".

He estado tres meses de baja y me incorporé el 16 de Diciembre. Tal y como me recomendó mi abogado les comuniqué a los de mi oficina original, a los de la nueva, y a los de personal que no tenía otra intención que dirigirme al puesto de trabajo del que salí y que una vez alli, imprimiría el certificado de puesto de trabajo que me permitiera desplazarme a la zona que tocase sin miedo a multas por el confinamiento.

La vuelta fue gloriosa, la directora de mi antigua oficina me dijo que me tenía que ir y que donde fuera o no, no era asunto suyo.

En la nueva oficina, que cumple los requisitos especificados en mi contrato, lo primero que me comentaron es que tenía que coger todos los días de vacaciones que me quedaban, así que volví del 16 al 18 de diciembre y el 4 y 5 de Enero, el resto, hasta mañana, vacaciones.

Y yo ya paso, no puedo ni quiero empastillarme más, haré lo que pueda y no permitiré que el trabajo siga amargándome la vida.

Fácil de decir, verdad, llevo 4 meses sin pegar ojo.