Hola

Quiero daros la bienvenida a todos los que estáis aterrizando en el Reino de la Mermelada por primera vez. Esta es una ventana abierta a través de la que podéis asomaros a lo que es mi día a día. Si llegáis aquí buscando respuestas o información sobre la leucemia infantil, que sepáis que las respuestas están en vosotros mismos, yo sólo puedo compartir las mías. Agarraos fuerte que vienen curvas.

martes, 16 de abril de 2019

"No estamos locos, sabemos lo que queremos"

Y lo que más claro tenemos es lo que NO queremos.
No quiero tener miedo, de hablar o de callarme, de hacer o de dejar de hacer.
No quiero que mi único pensamiento sea sentarme en un rincón y llorar.
No quiero tener miedo constantemente.
No quiero que se me etiquete como alguien sin valor para poner remedio a lo que no me gusta.
No quiero sentirme una cucaracha a la que todos se creen con derecho a pisar.
Para mi la depresión es eso un no querer y un no saber cómo salir de ese NO.
Por suerte para todos y desgracia para ellos, los famosos también caen en depresiones y algunos valientes se atreven a contarlo.
Esta mañana leía este artículo y, como sigo con la pata en alto y tengo tiempo, decidí volver a escribir un post.
Está claro que la mayoría de los que a veces tenemos la cabeza algo descolocada no tenemos la presión que manifiestan estos deportistas, pero las sensaciones son parecidas, mareo, malestar y miedo,  sobre todo miedo.
La verdad es que, en este momento, mi cabeza se encuentra razonablemente bien, pero no es menos cierto que, en buena medida es gracias a la medicación que tomo, es muy poca, pero ahí está. La dejé en Noviembre y tuve que volver a ella en Febrero, no me siento orgullosa pero es lo que hay.
Sé que sería mucho más útil un psicólogo, al menos una vez a la semana pero no tengo ni tiempo ni a nadie de confianza, no pierdo la esperanza de salir de esta dependencia en breve.
Quiero salir y voy a salir, ya se que no va a ser fácil, tengo muchas cosas que cambiar en mi vida y es difícil hacerlo sin confianza en uno mismo.
Ojo, que yo tengo una inmensa autoestima, pero a veces siento un yunque sobre los hombros que no me deja avanzar, el miedo una vez más.
Es bueno pedir ayuda, pero a alguien profesional, no siempre los que más nos quieren nos empujan el la linea adecuada, aunque lo hagan con su mejor intención.
¡Anda mira, si ya tengo algo en común con Rafa Nadal"

jueves, 11 de abril de 2019

Paso por boxes

El dolor empezó hace como dos años por estas fechas y no le di demasiada importancia, pensé que habría pisado mal y que se quitaría en un par de días, pero no fue así.
Pero entre que no voy sobrada de tiempo y mucho menos para ocuparme de mí misma y que soy un poco (bastante) bruta lo fui dejando pasar.
El invierno fue mejor que el verano, los zapatos tienen la suela más gorda y me dolía algo menos, eso sí, impensable ponerme tacón de ninguna clase. Pero el invierno pasó y ya en Semana Santa al intentar calzarme otra cosa con la suela más fina vi que aquello era peor de lo que pensaba.
No podía plantar el pie derecho, era un dolor insoportable, así que ya no me quedó otra que buscarle nombre a ese dolor.
Pedí hora en el primer traumatólogo que encontré y empecé con las pruebas, radiografías, ecografías y tac de ambos pies, diagnóstico neuroma de Morton en ambos. Pero a mi el que me dolía era el derecho.
Ya desde el principio me dijeron que en al menos un 85% de los casos hay que recurrir a cirugía que esperaba que no fuera así. Empecé con las plantillas ortopédicas y los zapatos especiales, con la parte delantera ancha y redonda, suelas con amortiguación y sin tacón obviamente. Los "Pelotas" de Camper y unas zapatillas negras de Sketchers han sido mi único calzado desde entonces.
Durante este invierno me he hecho dos infiltraciones, para nada, así que, ante el terror de pasarme el verano sin poder calzarme me puse pies a la obra.
No quería quedarme con la primera opinión, aunque no me pareció mala, así que busqué un traumatólogo especialista en pies y en la primera visita me dio gran confianza, las pruebas que llevaba las miró sólo por encima pero lo que quería era palpar el problema. ¡Vaya si lo palpó, qué dolor!.
Me dijo que cuanto más lo dejara era peor, que había que quitarlo y punto. La operación es sencilla, media hora no más, pero la recuperación lleva un mes, así que sin pensarlo me dio hora para preoperatorio y entré en quirófano el martes.
No me dejaron mirar.
Tardaron más en ponerme la anestesia, alrededor del tobillo y en monitorizarme que lo que fue la operación en sí. Salí del quirófano directa a la habitación.
Las enfermeras me comentaron que este médico es muy conservador y que prefiere ver 24 horas de evolución pero que otros hacen la cirugía de forma ambulatoria y te mandan a casa, yo lo hubiera preferido pero no me dejó.
Me dijo que no le levantara hasta ayer por la mañana, y por supuesto no le hice ni caso, no es que saliera a bailar, que eso no, ¡pero al baño tenía que ir!
Ayer por la mañana me dio el alta y de ahí fui, con mi zapato ortopédico y mis muletas a por la baja para el trabajo. El día 22 tengo cura, veremos a ver como va la cosa.
Ahora tengo que estar la primera semana con el pie en alto y hielo, caminando cinco minutos cada hora pero no puedo estar parada.
Tomo antiinflamatorios y me pincho heparina, tengo el estómago revuelto. Bueno, al menos ya pasó, me alegro de haberlo hecho. Por cierto, en quirófano me preguntó si quería verlo y me lo enseñó, me dijo que era mucho más grande de lo que pensaba, que tenía que dolerme bastante...
Así que con la pata chula voy a aprovechar para actualizar el blog y retomar mi afición por la costura.