Vuelvo a salir al patio. Desde la puerta miro a la izquierda, veo el pozo, por suerte tapado y detrás la cocinilla.
Por aquellas cosas de los pueblos, por herencia, a mi abuelo le tocó la parte final derecha de una cuadra que tenía la entrada por una calle perpendicular. Esa parte final, cuyo tejado caía hasta hacerla impracticable, se fraccionó con un tabique y pasó a ser "la cocinilla", allí había una cocina antigua, es decir, un rincón con chimenea donde antiguamente se cocinaba. El suelo era de piedra. Con los años mi abuela la acondicionó a modo de cocina en el sentido en que hoy lo entendemos, puso una cocina de gas con horno, una pila y una nevera.
Por más que la casa tuviera una cocina, mi abuela sólo la usaba si iba en invierno, por no tener que atravesar el patio, en verano, con todo el calor del mundo, atravesaba, puchero en mano, los metros entre su cocinilla y la casa.
Por aquellas cosas de los pueblos, por herencia, a mi abuelo le tocó la parte final derecha de una cuadra que tenía la entrada por una calle perpendicular. Esa parte final, cuyo tejado caía hasta hacerla impracticable, se fraccionó con un tabique y pasó a ser "la cocinilla", allí había una cocina antigua, es decir, un rincón con chimenea donde antiguamente se cocinaba. El suelo era de piedra. Con los años mi abuela la acondicionó a modo de cocina en el sentido en que hoy lo entendemos, puso una cocina de gas con horno, una pila y una nevera.
Por más que la casa tuviera una cocina, mi abuela sólo la usaba si iba en invierno, por no tener que atravesar el patio, en verano, con todo el calor del mundo, atravesaba, puchero en mano, los metros entre su cocinilla y la casa.
Hace 25 años que los dueños del resto de la antigua cuadra decidieron remodelarla, toda la cocinilla se vino abajo.
Ahora en la habitación de arriba no están las dos camas, está la cama grande que estaba en la habitación de la izquierda.
En ese patio cuando yo era muy pequeña mi madre ponía una piscinita de plástico al sol, para que se calentase el agua y mi hermano y yo chapoteábamos felices un rato.
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