Y van tres

Soy el terror de los papás de los niños de la guardería de mi garban. Me pitan los oídos. Yo creo que se me conoce por la "destroza retrovisores". No es mi culpa, al menos no del todo.
Ayer empecé el día torcida. No había dormido bien, llevé a mis duendes mayores a la ruta y volví a casa a por el peque. Hasta que no me vio aparecer por la puerta decidió que no desayunaba. Íbamos tarde. La puerta de la guarde se cierra a las 9:20, el que no llegue a tiempo no entra. Al final tirando y tirando de él salí pitando.
La calle de la guardería es estrechísima, de un solo sentido y hay dos guarderías, una frente a otra. Todos vamos con la hora pegada y aparcamos donde debemos y donde no, encima de la acera izquierda, en los vados, en cualquier agujero. Ayer subía yo la calle flechada y ¡pun!, sonó a huevo, no es que rozase el retrovisor, no, es que me cargué mi retrovisor derecho, aunque aún se sujeta, pero el izquierdo del coche que estaba perfectamente aparcado directamente quedó colgando.
Saqué la cabeza por la ventanilla y grité: "dejo al niño en la guardería y salgo". El pobre papá, con toda la paciencia y la educación del mundo me esperó, me dio sus datos, le dí los míos y nos encontramos con que ni uno ni otro llevábamos un parte, así que quedé en que lo rellenaba yo, que era la torpe y que el lunes se lo llevaba para firmarlo, al fin y al cabo nuestros enanos van ala misma guarde, no puedo escaparme.