Tras la borrachera de sensaciones de ayer, ha llegado el pinchazo de hoy. No es que me sienta mal, es que estoy como un globo pinchado, que se va desinflando poco a poco. La tensión te mantiene alerta y cuando puedes relajarte, aunque sólo sea un poco, es como si todo el peso de la atmósfera cayera de golpe sobre mi cabeza.
Mi rubio amor ha ido hoy al cole, todo el día, en su ruta, con su hermana, tal y como él quería y así volverá a ser mañana, y el lunes, siempre y cuando él se sienta bien y no se canse.
El martes volvemos al hospital. De ahora en adelante y hasta que se cumpla un año desde el diagnóstico tendremos intratecal, vincristina y asparraginasa cada seis semanas y control cada dos o tres, además de una batería importante de pastillas, prednisona,mercaptopurina, metotrexato...
Yo he intentado despejarme hoy, he dado rienda suelta a mi tarjeta de crédito y les he comprado a mis soles zapatillas de colores, y camisetas, y calcetines y mil chorradas más, mañana haré las cuentas de lo que he gastado, hoy no tengo la cabeza para números.
Además, he comprado un regalo para Ester, una compa de clase de mi rubio amor, celebra su cumpleaños el sábado y mi sol irá, con sus amigos, como uno más.
Estas pequeñas cosas son las que ahora voloro más que nunca.
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