Antonio está aquí, llegó el martes de madrugada.
Su vuelta ha sido dura, dejando a un lado su situación física, supongo que es consciente de que era un regreso sin vuelta atrás.
Otra vez el cáncer, otra vez ataca, ahora es a él. Cierto que tiene 78 años, que ha vivido su vida, pero la segunda parte de ésta empezó hace 10 años.
Hace 10 años Antonio vio recompensada su vida seglar, de dedicación a otros con su ordenación como sacerdote en Perú.
Fue allí hace 15 años, a visitar a un hermano misionero y dio rienda suelta a la que siempre había sido su vocación. Le ordenaron sacerdote y vivía en la selva, dando servicio a diversas aldeas, y no sólo servicio religioso, sino apoyo como ingeniero que era, cualquier servicio para el que fuese bueno.
Vino la Navidad pasada, como cada Navidad, aunque yo no pude verle. Se hizo la revisión médica de cada año y todo estaba bien, o al menos lo que se veía.
HA sido hace poco cuando sus dolores hicieron sospechar lo peor. Tiene cáncer, un tumor grande, agresivo. Allí voló a Lima, pero no se atrevieron a tratarle, por eso ha venido a España.
En su admirable resignación sonrie, y anima a todos. Hoy he ido a verle y sólo puedo pensar que el enemigo acecha, a cada paso y que no sé cómo puedo defenderme ni defender a los que quiero de él.
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