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Quiero daros la bienvenida a todos los que estáis aterrizando en el Reino de la Mermelada por primera vez. Esta es una ventana abierta a través de la que podéis asomaros a lo que es mi día a día. Si llegáis aquí buscando respuestas o información sobre la leucemia infantil, que sepáis que las respuestas están en vosotros mismos, yo sólo puedo compartir las mías. Agarraos fuerte que vienen curvas.

viernes, 17 de febrero de 2023

"La Colonia..."

 Dieciocho años sin ti, Pepa.

¿Sabéis eso de que las personas mayores siempre cuentan historias?, y ¿eso que a menudo piensan de que cualquier tiempo pasado fue mejor?. Pues mi Pepa cumplía ambos.

Mi Pepa siempre hablaba de "la colonia". Ella tenía poco más de quince años y aquello debía ser el paraíso. Casitas bajas o de una planta, todo nuevo, con gente conocida, un paraíso. Y ella se iba a bailar, y su padre se quedaba dormido sentado esperándola y ella llegaba tarde y se cuidaba muy mucho de hacer ruido. Se acostaba y cuando su padre se despertaba sobresaltado e iba a su cuarto la encontraba ya dormida y encima ella, con todo su morro, le echaba en cara que siempre estaba dormido "cuando ella  llegaba a su hora".

Tremenda mi abuela.

En la colonia conoció al que sería mi abuelo, ese gran desconocido para mi. Hablaba sin parar de la colonia y de que ella y sus tres hermanos tenían conejos, cuánto se acordarían durante la guerra de aquel pan duro que antes daban de comer a los conejos...

Había en la colonia un club social que era donde iban a bailar, ¿idílico, no?, todo gente conocida en un espacio seguro y controlado.

Todo eso era lo que yo, hasta la semana pasada, sabía de la colonia.

Operaron a mi madre, todo salió de la mejor manera posible pero las horas de quirófano se nos hicieron laaaaaargas. Allí, mi padre y yo, esperando que el cirujano llamara, intentando no pensar y charlando de todo un poco y de nada en concreto. Y le pregunté qué sabía él de la colonia y resultó que sabía mucho.

Esa colonia era la Colonia Popular Madrileña que se construyó a primeros de los años 30 del siglo pasado en la carretera de Andalucía y mi padre tenía el folleto oficial que es de donde salen las fotos de este post.

Tenía lo que cualquiera podría soñar, conducción de aguas, alcantarillado, pavimentación, arbolado y ¡luz eléctrica!. Había dos tipos de hoteles (casitas), los de tipo A "con siete metros de fachada y fondo y doce metros de medianerías, teniendo una superficie de noventa metros y cincuenta decímetros cuadrados", "quedando por el frente una zona de dos metros cincuenta centímetros por siete metros cincuenta centímetros, destinado a pequeño jardín". Debía ser ahí donde estaban los conejos. Aunque quizás estuvieran en el patio trasero que era de la misma medida, ¡ojalá pudiera preguntarle!. Los hoteles de tipo B eran muy parecidos, en ambos casos la casa tenía dos plantas.

Para su adquisición se pagaba una cuota fija que no podía superar las ochenta y cinco pesetas mensuales durante treinta años.

Allí vivía feliz mi abuela y allí conoció al que sería mi abuelo. Gracias a este folleto me enteré de que el padre de mi abuelo se llamaba Santiago y que era Sereno en la colonia, en la última foto que adjunto se le ve en la parte derecha, con su uniforme. Con su letra ilegible mi abuela escribió el nombre del que era su suegro, lo he recortado...

De allí salieron en guerra, sin nada, a su padre lo fusilaron y a su madre le dio un infarto al saberlo. Sus dos hermanos más pequeños estaban en el norte con alguien de la familia de mi abuela, sólo ella y su hermano Manolo supieron del hambre y la penuria de Madrid.

Al acabar la guerra fueron a los restos de lo que había sido su casa, según ella, la cocina debía haber sido un polvorín porque había restos de balas. Allí estaba aún esa tetera que yo guardo y uso con tanto amor. Fue lo único que de allí sacaron. Ella tenía 21 años, su hermano siguiente 19, no tenían papeles, no supieron como demostrar que aquello era suyo, todo lo perdieron, lo único que no pudieron quitarle a mi abuela fueron los recuerdos felices de aquellos días.

Pienso tanto en mis abuelos... Los que aún los tengáis, no desperdiciéis ni un segundo a su lado, son un tesoro.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Que preciosidad de post. Me han entrado ganas de llorar. Que bien escribes y que bien manifiestas tus sentimientos. Visto desde fuera tienes una vida feliz y me alegro mucho. Me ha dado pena que ya no haya más post. Un abrazo fuerte. Y hasta la próxima.

Carolina dijo...

Este post es oro puro....también pienso mucho en mis abuelos, en sus vivencias, en la vida tan dura que tuvieron, rota por la guerra, del esfuerzo y las pérdidas. El año pasado perdí a mi abuela con 94 años y la he disfrutado tanto....

Anónimo dijo...

Entre los comentarios y tú post me habéis puesto la carne de gallina. Entro a blogger solo para leerte.