Cumpleaños con guacamayos

Este año estoy vaga, bueno, esa era mi idea y mi propósito, descansar.
Todos los años celebro el cumpleaños de mi hada y mi garbanzo en casa, pero cada vez veo más peligros. El año pasado me encontré con veinte niños disfrazados corriendo arriba y abajo por las escaleras. Hubo momentos de pánico en que pensé que alguno no saldría con la cabeza entera. Este año decidí que lo celebraba fuera. La solución de la granja que estaba bien para mi sol me parecía demasiado infantil para mi preadolescente de siete años y como a ella le gustan los bichos decidí que Faunia era el sitio.
No invitamos a muchos niños, sólo eran dieciséis, más me parece demasiado para sólo cuatro adultos más el monitor. Habíamos quedado a las 3 de la tarde en la puerta del parque.
¿A vosotros os parece que la frase "quedamos a las 3 de la tarde del sábado en la taquilla de Faunia" tiene alguna complicación para su entendimiento?. Porque cuatro niños llegaron tarde, con lo que el resto ya había empezado el recorrido y yo salía corriendo a la puerta cada vez que llamaba un papá rezagado.
Lo pasamos muy bien, aunque cuatro horas sin parar son cansadas para todos, para los niños y para los papás, cargados con las bolsas de chuches, botellas de agua, abrigos que sobran y demás. Yo por mi parte tengo agujetas en el brazo izquierdo de cargar con mi garbanzo, pero mi alma resplandece de la ilusión de ver lo bien que lo pasamos y cómo disfrutaron todos.