Es una bebé y se llama Elena.
Estoy muy contenta de tenerla en casa, aunque sea sólo durante el día.
Es la hija de mi segundo par de manos. Ya os conté que ella se enteró de que estaba embarazada el mismo fin de semana en que a mi sol se le manifestó la leucemia. Estaba toda pesarosa, pensando que no era el mejor momento, yo la regañé, no había un momento mejor, era un rayo de luz entre tanta oscuridad, lo único es que nos obligaba a replantearnos algunas cosas. Básicamente necesitaba más ayuda en casa. Ella no podía hacer grandes esfuerzos, había que contar con eso y yo necesitaba intendencia más horas porque yo pasaba mucho tiempo en el hospital. Por eso apareció mi tercer par de manos, que ahora no está.
Elena nació el verano pasado, un mes antes de lo previsto y hasta la semana pasada la ha estado cuidando su abuela.
El lunes vino por fin a casa con su mamá para quedarse. El primer día lo extrañaba todo y lloraba. Ya no. El jaleo le divierte. Se ríe con mis duendes y no se queja (demasiado) cuando yo la cojo y la achucho.
Me ayuda mucho que ella esté aquí. Me ayuda a desengancharme de esta adicción a los hijos. Me gusta pensar que la cunita que ya mi garbanzo no usa tiene una nueva inquilina.
Me gusta saber que aún tardaré un tiempo en guardar el parque, las sábanas y las hamacas de bebé.
Bienvenida a casa Elena.
4 comentarios:
¿Pero cuántas manos tienes muchacha?!!! no me entero, voy a tener que leer pa'tras el blog, jeje.
Un bebé siempre es alegría, parece que todo cambia cuando hay uno.
un beso Lou!
Qué bonito un bebé en casa, hay una luz un olor especial en las casas donde vive uno. Enhorabuena por esos pares de pares de manos que tienes que deben ser unos soles.
Te entiendo mogollón y eso que tú vas a tardar más que yo en hacer que desaparezca cualquier rastro de bebé. Mi niña ya tiene 5 años y yo me niego a sacar el carrito de silla del coche con la escusa de si se cansa, etc. No quiere dejar de tomar algún bibi que otro y yo no hago nada porque lo deje y así algunas cosas. Me da tanta pena pensar que ya no volveré a vivir momentos como los que ella me ha dado...me alegro de que tu casa está llena de ese olor a peque y no me refiero al de los pañales jajajajaja.
Y es que la alegría que da un bebé en una casa no es comparable con nada, verdad guapa?
Un besito enorme para la nueva inquilina y para tus soles!
Cris
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