Estoy reflexionando mucho estos días. No es que en otros momentos no lo haga, es que ahora quizás tengo más tiempo.
A lo que iba. Miro mi vida, con sus altos y sus bajos, intento acomodarme a la senda que me toca vivir y acercarla en lo posible a la que yo había trazado. Analizo mi matrimonio, con rectitud, por supuesto hay cosas que cambiaría, muchas de mi contrario, pero al analizarlas veo que aprendo a quererlas a aceptarlas, y muchas veces a preferir esos defectos a algunos que veo en otros.
Veo a mis hijos, preciosos, maravillosos, listos, cariñosos, educados. Miro mi casa, incluso en su desorden, en sus paredes decoradas por los "artistas locales", me parece que desprende calor de hogar.
Analizo mis relaciones familiares y, con sus más y sus menos, puedo asegurar que son unas relaciones cercanas, cariñosas y respetuosas.
Y mirando y mirando, analizando y analizando, de esta manera descubro el peor de mis pecados, que no el único: LA SOBERBIA.
PD: intento no reflexionar sobre el enemigo de nombre feo y peor cara ni sobre mi ex-vida laboral.
1 comentario:
yo también he pensado, sabes que no me gusta hacerlo. mi peor pecado es LA COBARDÍA. Y no es el único.
Eres una mujer ejemplar, eres bella. Mil besos, gran persona. Gran mujer. No cambies.
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