
Mi hada de mermelada está tremenda. En todos los sentidos.
No sólo ha crecido una barbaridad, sino que hasta parece que el cuerpo le vaya cambiando. Ya es toda una señorita.
Eso sí, hay cosas que no varían, sigue siendo contestataria y marimandona, pero cada vez me cuesta más reconocer en ella a aquel bebé que colmó mis deseos de ser mamá.
Aunque nunca ha sido niña de jugar con muñecas es tremendamente femenina y presumida. Ahora tenemos la fase-princesa, tooooodo tiene que ser rosa y de princesas.
Durante las vacaciones una de sus actividades favoritas ha sido la de pescar patitos en las ferias, y con cada 5 patitos había regalo. Hemos juntado coronas llenas de diamantes y rubíes, peinetas, pendientes dignos de reinas, pulseras y abalorios de toda clase. Pero sin duda lo más, lo mejor, lo más de lo más fueron sus zapatos rosas con los que taconeaba y chancleaba a la ves que yo temía que se partiera un tobillo, pero no, es que hay que ver qué arte tiene mi niña.
1 comentario:
una mujer!!!! prontito sera una gran mujer...como su mamá!!! con muchísimos pares de zapatoz...ja ja!!
Publicar un comentario