La noche pasada fue un infierno. Su enfermedad le hace sudar y sudar hasta empaparse él y la cama, pero además esta noche ha llorado a gritos por el dolor en la boca. Las heridas que tiene son indescriptibles, no se ve donde empiezan y donde acaban, no puede comer, no puede beber, no puede descansar por el dolor. Y lo malo es que el pobre es tan sufrido, tan resignado, que aguanta y aguanta hasta que el dolor le hace gritar. Entonces ya es tarde, entonces cuesta más bajarle el dolor, le cojo en mis brazos, le acuno como si fuera un bebé y duerme sobresaltado.
Parece que sí, que nos vamos a casa esta noche, sólo 12 horas fuera del hospital, tengo miedo, un miedo atroz a que la fiebre suba, o a que tenga temblores..., quiero ser valiente pero no me sale. Ver sufrir a los que más quieres es el peor infierno que uno pueda imaginar.
2 comentarios:
Qué duro, mi niña, qué duro, qué no haría para evitarte todo esto...
Lou, mi niña..no sé que puedo decir. me duele todo sólo de verme impotente.Viéndote sufrir, viéndole sufrir. Solo espero poder acompañarte y ójala poder aliviar tanto dolor. os quiero.
Myr
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