Los años pasan sin apenas darnos cuenta. Sólo tomamos consciencia de ello a través de referencias y a veces se nos hace imposible creer que haya pasado tanto tiempo.
En esta entrada os conté que durante diez años mi familia me "castigó" a ir a Asturias cada verano. Juré que no volvería en temporada de verano, para mí, de mayo a octubre es territorio prohibido. Pero las reglas están para incumplirlas. No sé bien la razón pero a finales de agosto empecé a pensar en todos los años que hacía que no iba a Gijón y me apetecía tanto... La opción era aprovechar la primera semana de septiembre que mi garbanzo estaba de viaje de estudios y mi sol aún no había empezado la uni, así que decidimos, mi contrario y yo, que nos íbamos de miércoles a sábado. Viaje relámpago. La idea, ninguna, caminar y caminar y caminar por todas y cada una de las calles de una ciudad de la que recordaba muchas cosas que posiblemente ya no estuvieran. Así fue. Llegamos y soltamos la maleta en el hotel, el elegido no fue mi primera opción pero el Príncipe de Asturias estaba completo y lo cambiamos por un NH estupendo al final del muro de San Lorenzo. Salimos a caminar, llegamos a saludar a la estatua de Don Pelayo y seguimos. Me sorprendió ver que lo que yo recordaba como un pedrero detrás del muelle deportivo es ahora una playa. Está preciosa, además, es una playa bastante cerrada por lo que el peligro de San Lorenzo queda lejos, y seguimos caminando, sin rumbo.
Llegó la hora de tomar una sidrina, ¿Y que hora es esa?, cualquiera, cualquier hora es buena. Fuimos a la plaza mayor, a una sidrería donde tomamos una tapa de queso y sidra, suficiente como cena y vuelta a caminar.
Para mí la calle Ezcurdia siempre es la referencia, allí, en el 90, en un edificio que derribaron, vivía una familia que es más familia que amigos, quería verlos.
El jueves después de desayunar cumplí otro de mis objetivos, ir a la playa de La Ñora. Era mi playa favorita, es recogida y en el centro hay una "isla" a la que, cuando la marea está baja, se llega caminando. Está muy cambiada, ya no se puede bajar con el coche hasta abajo, ahora, lo que antes era un parking, es una zona de servicios de emergencia. El chiringuito donde comíamos sigue estando...
De ahí salimos a Tazones, paseamos por el pueblo, sin otro objetivo que disfrutar. Al rato decidimos ir a Candás. Yo quería ir a la iglesia. Al llegar, la tromba de agua era tal que no pudimos bajar del coche.
Volvimos a Gijón a comer y después, más paseo. A la vuelta, ya tarde, quedé con esa familia que quería ver y fue estupendo. El viernes mi objetivo era visitar a "la lloca", así la llaman, en realidad es "la madre del emigrante". El paseo es precioso y está mucho más arreglado que como yo lo recordaba, hacía fresco y estaba nublado, fueron 5 km de paseo, a la bajada mi contrario se quedó en el hotel porque tenía una videoconferencia y yo vi mi oportunidad de quitarme los zapatos y caminar por la playa. Así lo hice, me mojé los pies... y la cabeza porque llovía, pero qué feliz fui.De vuelta a caminar y más sidra para comer, un ratito de descanso y visita al cabo Peñas. Mi padre solía llevarnos, le encanta. Yo quería ir a Salinas, yo creo que Salinas es la playa favorita de mi padre, supongo que le recuerda cuando de niño hacía pellas y se iban a la playa. La encontré preciosa.
Y vuelta a Gijón, más paseo, té caliente cerca de la playa y a dormir. El sábado volvimos, no sin antes pasarnos por una confitería y comprar de todo.
Estos han sido mis 4 días de vacaciones (el veraneo ya os lo conté) y me han encantado. Todo lo he encontrado muy diferente pero precioso, lo único que no cambia es el clima, nos llovió cada día, bueno, cuando no vas con idea de ir a la playa da un poco igual.
Me puse a pensar, el último verano que pasé allí fue el del 91... ¡33 años!, ¡cómo no voy a encontrar todo cambiado!. Luego volví en el puente de diciembre de año 99, pero apenas paramos en Gijón, sólo para ver la universidad Laboral, pero estuvimos más por Oviedo y alrededores. ¿Pasarán otros 33 años sin ir?, espero que no, eso sí, me mantengo en que en verano a mí, por allí, que no me busquen.