

Según a los duendes les dieron las vacaciones cogimos un avión directo a Copenhague y de ahí embarcamos en un crucero hacia los fiordos.

Este año cumplió 75 y ya desde hace dos llevaba barruntando la manera de festejarlo. Siempre había querido ir a Egipto con nosotros, pero las cosa no están para viajes por allí.
Otra opción, que era la que más me gustaba a mí era la de un safari fotográfico en Kenia, pero el resto del equipo lo descartó rápido por las edades de mis sobrinos, demasiado pequeños. La tercera opción fue el crucero.
Sinceramente os diré que la opción del crucero me echaba para atrás y mucho, pensaba que me marearía, que estar en un sitio cerrado tantas horas no era lo mío y encima ir hacia el norte ¡a pasar frío!, uf, qué pereza.
Me equivoqué, sinceramente el barco era fantástico, en absoluto te daba sensación de claustrofobia y no se movía apenas.
Embarcamos un sábado por la tarde y navegamos todo el domingo hasta llegar el lunes por la mañana a Flam que es un pueblo de cuento al final del fiordo de Aurland, maravilloso el paisaje. Hicimos una excusión panorámica en la que apenas vimos nada por la niebla.
De ahí salimos a Bergem, segunda ciudad más grande de Noruega y os aseguro que pensé en mudarme definitivamente allí, el frío me hizo replantearme la mudanza.


Total que la semana se nos pasó volando, llegamos a Madrid con mucho retraso por la huelga de los controladores franceses y ya ha pasado una semana desde entonces.

1 comentario:
¡Pero bueno, qué es eso de salir así en las fotos sin avisar! ¡Encantada de conocerte!
Yo soy muy friolera, pero un viaje por esas tierras... en fin, sería un sueño. Me alegro de que lo hayáis disfrutado.
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