La herencia

Resulta que soy una rica heredera.
Heredé el carácter de mi madre y la receta de su sopa de pescado. Heredé de mi abuela Torina una camisa y un mandil de su ajuar de boda, de mi padre heredé la tozudez y de mi abuela Pepa heredé su tetera de aluminio, pero eso ya lo sabéis.
Con todo ello tengo un legado que proteger y creo que, poquito a poco, lo voy consiguiendo, ¿Qué cómo lo sé?, pues porque a la vuelta al cole, en esa rueda de comentarios que los niños hacen con el profesor, a mi Sol le preguntaron cuál había sido su día favorito de las vacaciones y él contestó que el día del roscón.
Pues sí, un año más, por suerte, pude organizar mi merienda de roscón con chocolate para el que quiso apuntarse. Como el día 5 tenía que trabajar, me pareció que era más sencillo hacerlo el domingo día 4 y así lo hice. Puse una mesa preciosa, el sábado 3 me fui a por los roscones, cuatro, que no faltase, de trufa, de nata, de crema y sin relleno. Puse mesa para 16, saqué mi tetera a paseo y lo pasamos teta.
Yo lo paso pipa, veo a la gente disfrutar, veo que, cuando se despiden de mí, me dicen que por favor cuente con ellos para el año que viene y entonces sé que la herencia que me llegó es grande y que tengo que conservarla, que tengo que mantenerla y transmitirla cuando llegue el momento.
Veis, si es que "heredar" es importante.
Por cierto, Feliz Año nuevo...