Soy tremendamente cuadriculada, no por nada sino porque soy despistada y si no fuera metódica perdería hasta la cabeza. Por eso intento que las cosas sean siempre de la misma manera, que la improvisación sólo se imponga cuando sea imprescindible.
Cuando voy al súper y compro para congelar, ya sea carne o pescado, congelo por raciones y pongo bien grande la cantidad, 3, si son para los niños (tres lenguados, por ejemplo) o 30 (treinta albóndigas, digamos).
Cada noche antes de acostarme reviso que he dejado preparada la ropa de mis duendes, no olvidéis que por la mañana no les veo despiertos y saco del congelador la comida del día siguiente si es necesario. Esa es mi rutina, la asumo y la cumplo.
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Lunes por la mañana, las mochilas preparadas para el campamento de verano, toallas planchadas (sí, yo plancho las toallas), zapatillas de piscina, gafas de nadar, bañadores, una gorra, la crema para el sol, unas tiritas "por si acaso", vamos, que me voy a la oficina con la satisfacción del deber de madre cumplido. 8:35 de la mañana, suena el teléfono, mal asunto, mi hada: "mamá que se me olvidó decirte que mi amiga M me dijo que si tienes el pelo largo hay que llevar un gorro de piscina...". Bueno, mi amor, pues a la tarde buscamos uno para mañana. "Que no mami, que tiene que ser hoy", ale, a la crítica
hora de salir de casa manda al padre de las criaturas a revolver en el "cajón de abajo del cuarto de plancha, en la bolsa vieja de la piscina" a buscar un gorro y cruza los dedos para que esté en condiciones.
Martes, recoges a los niños del campamento de verano, bajo un sol de justicia y los tres, según se montan en el coche piden agua. Yo siempre llevo una botella pequeña en el coche, pero en los cinco minutos que ha estado al sol el agua está ardiendo, los tres medio agonizando, como si estuvieran cruzando el desierto porque tiene sed. Llegamos a casa, beben agua, un ratito de lectura, merienda y ale, con Hada al dentista. Vuelta a casa, corriendo a la piscina, chapuzón, preparado de cena y a la cama a regañadientes.
Miércoles, 9 de la mañana, llama mi contrario para darme el parte de entrega mañanera y me insiste en que los ve cansados, que se les pegan las sábanas. Yo empiezo a tirar de ellos a eso de las 9 de la noche, lo que ahora, con la luz que hay, ya resulta bastante complicado, entre lavados de dientes, pises y cuentos nos dan más de las 9:30, pero es que ya metidos en la cama se dedican a gritarse, cantar y pelearse un buen rato más. No vale que les mandes callar, que les digas que se duerman, se duermen cuando el puro agotamiento les puede. Por la tarde toca ir a buscar goma eva para unas
manualidades imprevistas del cole de verano.
Jueves: cambio de planes, de la inicial tarde en el parque de atracciones pasamos, cinco minutos antes de salir, a cambiar los planes por una visita a la piscina de unos amigos a los que hace mil años que no vemos y que nos llaman, como se quedan a cenar, reciclamos los sandwiches de la merienda del parque y vamos corriendo al súper a por helados para el postre. La visita se va a las 10:45 así que hasta las 11 los duendes no se meten en la cama.
Viernes: los duendes con incapaces de moverse a las 8, no me extraña, total, ya me he movido yo por ellos, resulta que al salir de casa para ir a trabajar el coche me avisa de que llevo una rueda pinchada, vuelta al garaje, cambio el coche a mi contrario y vuelo a la oficina para no llegar tarde. No me he dado cuenta hasta media mañana de que el coche de mi contrario sólo lleva un alzador de urgencia porque cuando vamos todos, vamos en mi coche, a mediodía, luchando contra el atasco corro a casa a por aperos para atarlos convenientemente, por supuesto no me da tiempo a comer pero llego a
recogerlos.
Vuelta a casa, de manera unánime decidimos que nuestra extra-escolar de golf nos la saltamos, que hace demasiado calor, así que nos vamos a la piscina. La cena decidimos hacerla fácil, pizza y punto, pero resulta que todos quieren de cuatro quesos y sólo hay 2, el resto son de jamón y queso.
Vaya, bronca y enfado de los duendes a los que a veces pienso que estoy convirtiendo en auténticos tiranos. Llegan los abuelos y preguntan el por qué de tanta queja y cuando le cuentan lo de las pizzas va el santo padre (el mío) y me dice esa EQTLC "claro, es que no te organizas"...
4 comentarios:
Jajajjaaja me he reído con tu entrada, ya veo que ni tiempo tienes de aburrirte...
pd: Yo también plancho las toallas ;)
Cuánto estres, por diosssss.
yo no plancho las toallas.
Es más, únicamente plancho lo estrictamente necesario para que mi marido pueda ir a trabajar en condiciones, o sea, camisas. Alguna blusilla, pero buffff
ayer precisamente pensaba que llegando a la mitad del casal de verano, estoy muuuuuucho más cansada que si fueran al cole... vacaciones ya por favor!!!
besos
Jajajajaj soy igual super apegada a mi rutina, detesto los cambios y mas lo de ultima hora pero mi curro es un cambiar constante, todos los dias digo hoy hago tal cosa y termino haciendo mil otras cosas que ni pensaba ajaj es lo que hay, un abrazo y disfrutar el verano
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