¡Quien me manda a mí...!

Quien me mandará a mí meterme en los berenjenales que me meto, quien me habrá metido a mi en la cabeza que a mi edad ponerme en forma es posible.
Todas estas elucubraciones y doscientas más expresadas en términos menos educados me hago yo mientras echo el bofe por la boca intentando seguir al que se supone que podría ser el grupo de entrenamiento al que debería apuntarme.
Por partes.
El martes pasado ya os conté que había quedado con un entrenador y un grupo de corredores que entrenan cerca de donde yo suelo hacerlo. También os dije que me fui a tomar café con Lamar que me apetecía más, pero claro, yo soy mujer de palabra, si digo que voy, voy.
Ayer nevaba en Madrid, hacía frío, vamos, un día ideal para quedarse en casita tapado con una mantita tomando te caliente. Intentaba yo justificar mi vagancia con el típico "con este frío seguro que no entrenan" cuando recibí un correo avisando de que sí, que el entrenamiento seguía en pie.
Pues ahí que me fui yo, forrada de ropa y con mi gorro multicolor regalo de Mónika.
empezamos mal, mientras llegaban todos los integrantes del grupo empezamos a "calentar" con un trote que para todos resultaba lento menos para mí que era el normal.
Una vez el equipo completo hicimos estiramientos (eso es fácil) y luego ale, a correr. Mientras fuimos cuesta abajo la cosa fue bien, llegamos a la pista donde yo suelo ir y la familiaridad me dio una tranquilidad que duró poco...
Empezamos con ejercicios de técnica de carrera, no os diré como se llaman porque no me acuerdo, hasta ahí no va mal la cosa, lo malo vino después.
Se trataba que emplear una técnica que consiste en correr a buen ritmo medio minuto y descansar a trote lento un minuto, luego incrementas a 1 minuto de carrera y 2 de descanso, así hasta llegar a 2,5 de carrera y 5 de trote.
¡IMPOSIBLE!.
El primer medio minuto, vale, pero al llegar al minuto y medio no pude más, ese es mi problema, yo puedo trotar (al trote gorrinero) durante 5 km, pero esos cambios de ritmo me obligan a parar.
Otra cosa que me mató fue el horario. Empezamos a las 8 y se supone que la sesión acababa a las 9:15, ¡ni de broma, acabamos a las 10 menos veinte!.
Lo siento pero yo tengo hora de fichar, empiezo a tirar de mis duendes para ir a la cama a las 9:15 y ayer, por esperarme se me desmandaron.
Hoy he recibido un correo del entrenador para darme ánimo. Dice que lo hice bien (¿qué va a decir?) y que si quiero puedo probar de nuevo el martes que viene que haremos un entrenamiento menos exigente. Ya veré, de momento las agujetas me llegan hasta las cejas, si sobrevivo al aeróbic de hoy me lo pensaré.
Y digo yo, ¿por qué no me habrá dado a mí por el ganchillo como a Mónika o por coser como a Nuria?.