A la vejez…

Viruelas.

Es la semana de mi cumpleaños. Espero llegar al sábado para poder celebrar un aniversario redondo, y lo de redondo será más por la cifra que por la celebración en sí.

No estarán los santos padres, los míos, que descansan en la playa para que el desembarco de mi prole les pille con energía. Vale que tengo a mi contrario y mis duendes, pero yo había planeado hacer un fiestón que ensombreciera la inauguración de los juegos olímpicos y no podrá ser.

Cumplo 40, madre mía, 40, se dice pronto y se digiere lento. La vida pasa deprisa y desde que una es mamá, mucho más, apenas si me lo puedo creer.

Tengo una vida feliz, aunque lo digo con mucho miedo, no quiero más que salud para los míos y un poquito de cava para brindar con ellos, si es posible.

¿Regalos?, pues claro, a nadie le amarga un dulce, pero los mejores regalos no se compran ni se venden.

Llega la hora de pasar lista, ¿Quién ha cumplido el regalo de cumpleaños que pedí el año pasado? (http://mermeladadeamor.blogspot.com.es/2011/07/treinta-y-todos.html ). Ya sé que era difícil y como dice Mónika, si nadie de mi familia lo ha considerado “oportuno” quien soy para pedírselo a nadie más.

Debería hacer una lista de buenos propósitos de cara al año que empiezo, pero como me conozco y sé que no los cumpliré, me ahorro el esfuerzo.

Prometo una entrada con los regalos (materiales) que reciba y con mis (pen)últimas compras de rebajas.