No faltaba nadie. La cita fue el sábado pasado en el Madrid Arena, un lugar que no acompañaba en absoluto al tipo de representación. Señores, la ópera, en el palacio de la ópera, lo demás es un “pegote” que sí, que seguramente sale más barato, organizativamente hablando, pero que no pega ni con cola.
Montserrat Caballé y Montse Martí, estupendas ambas. La Caballé está mayor, pero no pierde un ápice de señorío, pese a su caminar lento y ese leve temblor que la acompaña, mantiene su preciosa voz y un humor maravilloso. A su hija no la había oído cantar nunca y me sorprendió, quizás no tiene la voz de su madre, ni falta que le hace, tiene un timbre precioso, modula estupendamente y tiene muy difícil superar a su predecesora, así que le reconozco un mérito inmenso.
El repertorio estuvo bien, piezas sueltas, todas ellas (o casi) muy conocidas para un público variopinto que en su mayoría (como yo), no tiene ni idea de ópera.
Hubo sorpresas, la mejor, la colaboración de José María Cano como director de orquesta en dos piezas, su “hijo de la luna” y una oración que compuso con ocasión de la primera visita del actual Papa a España. ¡Ay los años, que no pasan en balde!. Me costó reconocerle, delgado, menudo, enfundado en un traje impecable con barba canosa, pelo engominado y gafas redondas, resulta difícil no pensar en esos saltos por el escenario y esas camisetas sin mangas que gastaba en su época Mecano. Nos hacemos mayores, todos, por suerte.
El público, variado e insuficiente, quedaron entradas por vender, como me comentó uno de los organizadores, Caballé no tiene tiro en Madrid…
Entre butacas distinguí a lo más “cool” del colorín madrileño, Rappel, con su mini trenza a la cadera y su … acompañante (lo dejo así porque sería incapaz de encontrar un adjetivo), Mariñas, rodeado de señoras como la miel (por ser cortés) de moscas, Ruppert, al que seguro que alguien sigue necesitando, Peñafiel distante, sin saludar a nadie, Mónica Martín Luque, toda sonrisas (por qué será que tengo la sensación de que esta chica tiene “el uniforme de salir en las revistas”, que siempre va igual), Ángel Acebes, cordial a más no poder, y muchos más.
La organización, mal, hubo un atasco monumental que yo misma sufrí, que hizo que el recital empezase con media hora de retraso. En el intermedio de media hora había previsto un cóctel de fresas y champán para una parte de los espectadores, los de entrada VIP, pero como en este país a lo que es gratis se apunta todo el mundo, hubo tortas por un poco de champán (en copa de plástico…).
En fin, que repetiría sin duda, pero que casa cosa en su sitio, señores, para oír ópera, a la ópera.
3 comentarios:
Me encanta que me dejes entrar en tu mundo me llevo cada sorpresa!!! besos
Yo tengo que reconocer que no soy aficionada a la ópera pero el Arena no le pega nada, no... Eso de que hubiese localidades vacías me suena familiar. El verano pasado fui a ver a Joaquín Cortés y también había muchísimo espacio vacío. La gente cada vez va menos a ver danza, teatro, ópera o música clásica. La crisis también influye en esto, lógicamente pero, aparte de la crisis, a la gente cada vez le interesan menos los momentos culturales. Un besote!!!
El domingo les hicieron una pequeña entrevista en la tele y la verdad es que me sorprendió, gratamente, Montserrat Martí.
Una suerte poder escucharlas en directo, aún cuando el lugar en el que cantaron no parece el más indicado.
Besosssssssss
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