Te encantaba llamar la atención, siempre, no lo digo como crítica sino con admiración. ¡Qué divertida eras!.
Debía correr el año 1928, quizás 1930, no más. Ese día, desayunando, el tazón de leche cayó sobre tu uniforme del colegio y en aquellos tiempos nadie tenía dos uniformes. Tu madre, Joaquina, buscó en tu armario una falda, lo más discreta y parecida al uniforme posible y cuando la encontró sólo tenía un problema, era un palmo más corta que la del uniforme.
¡Bendito sea Dios, muchacha!, ¿cómo vienes así de corta?, te preguntaron las monjas alarmadas con semejante descaro.
No se les ocurrió otra cosa que coserte a lo largo de todo el bajo de tu falda una tira de papel de periódico hasta igualarla a la de tus compañeras. ¡Arrea, qué idea!. Riendo sin parar decías que cuando caminabais por los pasillos para ir a misa lo hacías de manera que el papel sonase mucho y tus compañeras no pudieran parar de reír.
Siempre lo contabas y en tu cara casi podía ver la escena completa.
Seis años sin ti Pepa, te quiero.
2 comentarios:
Qué anécdota más bonita, Lou. Aunque suene a tópico, cuando te leo siento que Pepa y tus demás ausentes siguen vivos gracias a ti. Eres muy especial. Lo sabías, ¿verdad? Ah, y que sepas que tienes la curiosa capacidad de hacer llorar y reír al mismo tiempo.
Nunca me canso de leerte, de escucharte y de seguirte, a pesar de tus neuras y las mias, eres mi heroina. Un abrazo gigante
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