Como cada año, este, tampoco faltó el roscón. En realidad fueron cuatro los roscones, el más grande, sin nada, los rellenos, uno de crema, otro de nata y otro de trufa.
Por supuesto, la estrella de la mesa fue una vez más la tetera de aluminio viejísima de mi abuela, no sale en las fotos, estaba en la cocina acicalándose.
1 comentario:
Jo, pues yo me he quedado con las ganas de ver a la estrella en persona... La mesa, preciosa, en tu línea :)
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