
Desde la clínica donde hace casi 17 años que empezamos nuestro camino para ser padres se ponían en contacto con nosotros, el médico se jubila y había que decidir.
La guardé en un cajón, no me veía con fuerzas para pensar en ello a final de curso.
A primeros de septiembre llegó un buro fax, la cosa ya parecía urgente, había que pensar en ello.
Pues nos ponemos.
Parece fácil, embriones congelados hace más de 15 años.
Puedes donarlos para que otras parejas puedan cumplir su sueño, puedes descongelarlos y dejarlos perder, puedes donarlos para investigación o puedes conservarlos para tu propio uso.
Todo esto ya habría que haberlo decidido hace muchos años, pero la urgencia ahora es que la unidad de reproducción asistida se cierra y hay que trasladar esos embriones.
Llamé al médico, tiene el mismo teléfono de entonces y es tan amable y paciente como siempre.
Nos citó en consulta.
Mi cabeza (y la de mi contrario) empezó a echar humo.
No es fácil. Por un momento vi clara la oportunidad de cumplir mi sueño de tener un cuarto hijo. Lo malo es que sólo la vi yo, mi contrario ni baraja esa opción.
Dejarlos perder, no.
Donarlos a otras parejas, no sé, llamadme egoísta, pero si va a haber un hijo mío por ahí quiero tenerlo cerca.
Donarlos para investigación sería una buena idea, si hubiera algún proyecto de investigación en marcha, pero no lo hay.
Conservarlos pero, ¿hasta cuando?. Pues le ley parece tan clara como el chocolate para churros, "hasta que la mujer conserve su capacidad reproductiva".
Toma ya, si las que recurrimos a ello es porque, generalmente, no tenemos esa capacidad...
Bueno, pues café para todos, hasta los 50 años, o no ...
Si más allá de esa edad un médico certifica que podrías gestar, los puedes conservar, acordaros de aquella señora que fue madre a los 67.
Pues decidido, los conservamos, pero ¿con qué fin?.
Ya que es obvio que en casa, sólo yo quiero un hijo más y que, sinceramente dejando aparte mis ganas, me parece una locura, esto tiene que tener un fin.
Y el fin es el miedo, el miedo infinito a necesitar una médula compatible, para mi Sol o para cualquiera de mis hijos.
¿Habéis pensado por un momento lo egoísta que resulta?, gestar un hijo, al que sin duda querrás, pero para salvar a otro...
Decidirte a hacer algo, que a priori descartas, por otro fin...
Un hijo es un fin en sí mismo, no un medio. ¿Y si ese hijo no soluciona el problema, vas a culparle toda si vida?
Es difícil, muy difícil.
Pero esa es solo una parte de la dificultad. ¿Y si esos embriones se necesitasen eventualmente cuando sus progenitores hayan desaparecido...?.
Porque hay que explicárselo a alguien que quiera hacerse cargo en esa circunstancia. Y entonces ¿qué hacen?, como los sacas del país para que alguien los geste?.
Volved a leer la pregunta, pagar a alguien para que geste un hijo, al que no conocerás, con el fin de que salve a un hermano...
¿Y si al final se necesitan pero se ha desarrollado la técnica para obtener células madre a partir de embriones en ese mismo estado?
Demasiadas decisiones,
muchos embriones, tantos como 11.