Hace fresco por la mañana, empiezo con el dolor de garganta, que fastidio.
Me he cambiado el color de pelo. En realidad lo cambié justo antes de irme a la playa pero quería ver el resultado con el sol y el mar antes de cantar victoria.
Canto victoria con mi nuevo color, es lo más parecido a mi color original que he conseguido, quizás ligeramente más claro, pero muy ligeramente.
Al fin he conseguido que no tire a naranja.
El que no tire a naranja tiene truco, un champú morado para pelo blanco. Y todo eso gracias a un "estilista" que me cautivó cuando el 26 de Diciembre pasado me cortó las puntas.
Está muy solicitado y yo tengo poco tiempo.
He engordado.
He retapizado mis sillas de salón.
He vuelto al endocrino, al de siempre, una vez por semana.
La dieta estricta no me aburre, me he desinflado un poco. Poco.
Empiezo a pensar en Navidad.
Quiero dormir.
Sigo enamorada de mis hijos.
A mi Hada ya le quitan los brackets. ¡Aleluya!.
Mi vida profesional sigue siendo una mierda.
Necesito un zumo de naranja, ya.