
- Sí, dígame.
- ¡Don Pedro!, buenos días ¿se acuerda de mí?.
- Pues hija, si me dice usted su nombre lo intentaré.
- Perdone, soy Lou. No se si recuerda que le llame bastante enfadada hace como tres semanas.
- Sí, sí, ya voy acordándome. ¿Y qué hay de nuevo?.
- Pues que sí, que el Jefe ha cumplido esta vez, ¡hemos encontrado trabajo! y eso tal y como están las cosas es un milagro.
- No sabe cómo me alegro Lou, cuénteme.
- Pues los dos han encontrado, no es que sean trabajos espectaculares, pero son trabajos dignos, legales y eso ya es mucho. El sueldo es escaso, pero bueno, menos da una piedra.
- Lo ve como al final las cosas se van encauzando.
- Bueno Don Pedro, las cosas van mejorando un poquito, aunque aún falta bastante para que Dani pueda sonreir de la mañana a la noche.
- Bueno mujer, tiempo al tiempo.
- Sí, si no me quejo, de hecho yo le llamaba para darle las gracias.
- Pero no me las tiene que dar a mí, sino al Jefe.
- Bueno, como ha sido a través de usted mi petición, también mi agradecimento va a serlo.
- Vale Lou, pero no se olvide, si tiene usted un ratito, que al jefe le gustará volver a oir su voz.
- Lo intnetaré Don Pedro, pero ya sabe usted lo tozuda que soy.
- Pues debería usted cambiar hija, que eso no es bueno.
- Si yo le contara Don Pedro...
es importante saber acordarse cuando las cosas han ido bien..ójal asea el comienzo de una vida mejor para dani y su familia.
ResponderEliminarbesos,
aissss que placer esta mañana...
Me alegro un montón de que las cosas vayan mejor... en cuanto a tu relación con el de arriba, ahí no me meto, si no te importa :-) Ya sabes, el libre albedrío...
ResponderEliminarEs de bien nacido ser agradecido.
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